Presente en más de 1.400 millones de dispositivos activos, Android puede considerarse el sistema operativo con más éxito de la historia. En menos de una década ha conseguido dominar el mercado de la telefonía móvil y convertirse en el software más utilizado también en tabletas.

No es el único sistema operativo de Alphabet, la matriz de la que depende Google. La compañía de Mountain View es también responsable de ChromeOS, la plataforma que utilizan los ordenadores Chromebook, centrada en aplicaciones en la «nube». Separados desde sus inicios, ambos han comenzado recientemente un proceso de unificación. ChromeOS es ahora compatible con algunas de las aplicaciones de Android y no depende ya tanto de una conexión permanente a la red.

Con estas dos apuestas, se puede afirmar que Alphabet tiene una estrategia bastante sólida para los próximos años. Su dominio en telefonía móvil está a estas alturas garantizado. Es, al ‘smartphone’, lo que Windows fue al PC. Los Chromebook, mientras tanto, están empezando a conquistar una parte importante del mercado educativo debido a su bajo precio y a lo cómodo que resulta administrar una colección de equipos para un grupo de trabajo.

Y, sin embargo, los ingenieros de la compañía podrían estar ya diseñando un sustituto para ambos. ¿Por qué?

A pesar de su éxito y la filosofía abierta que tienen tanto Android como ChromeOS, ambos sistemas se concibieron para usos concretos y no son tan maleables como sería conveniente. Nuevos dispositivos de electrónica vestible y hogar inteligente, por ejemplo, requieren a menudo versiones más simples del software y no resulta fácil crearlas a partir de un producto técnicamente más complejo. Android arrastra también una herencia técnica que hace que sea complejo actualizar a nuevas versiones sin el apoyo de fabricantes u operadoras y que dificulta el soporte de aplicaciones Android dentro de ChromeOS.

Ambos están construidos, además, sobre el núcleo del sistema operativo Linux, un proyecto abierto y libre pero sobre el que Google no tiene el mismo nivel de control que sí puede ejercer sobre sus propias iniciativas.

A mediados del pasado año, la compañía comenzó a desarrollar un nuevo sistema operativo bautizado con el nombre en clave de Fuchsia (fucsia). No ha hecho todavía ningún anuncio oficial sobre este producto pero el desarrollo se está realizando de forma abierta y ha permitido a varios ingenieros especular sobre su naturaleza.

Todo apunta a que Fuchsia es un sistema operativo creado a partir de un nuevo núcleo y que podría escalar desde pequeños dispositivos sencillos de electrónica de consumo o vestible hasta ordenadores portátiles y sobremesa, una plataforma que permitiría a Alphabet tener un mayor control sobre la experiencia de uso y unificar todo tipo de productos bajo un mismo paraguas, con soporte universal de aplicaciones.

El analista Daniel Matte especulaba esta semana sobre las posibilidades de este nuevo sistema operativo. «Ayudará de forma decisiva a unificar las diferentes tecnologías y tipos de producto que tiene Google mucho mejor que la actual estrategia de dos sistemas operativos orientados a consumidor», asegura en un extenso post en su blog personal.

No todo el mundo está tan seguro. El silencio que Alphabet guarda sobre el proyecto hace que muchos ingenieros y analistas consideren que se trata de un experimento que podría no tener todavía una estrategia muy definida. «¿Es posible que algún día, si todo va bien, Fuchsia pueda ser un sustituto para Android o ChromeOS? Sí, claro. Pero darlo por hecho sin soporte o confirmación alguna es un poco irresponsable», asegura David Ruddock, editor en la web especializada Android Police.

No sería extraño, en cualquier caso, que Google estuviese explorando esta vía. La forma en la que usamos la tecnología ha cambiado significativamente en la última década. Hemos pasado del paradigma de las ventanas, el cursor y el escritorio al de las apps o el control táctil. Sin embargo, muchos de los productos que utilizamos, como los PC convencionales, aún se apoyan en el primero.

Entre las grandes compañías tecnológicas hay un manifiesto interés por explorar formas de encontrar una forma de combinarlos. Microsoft, por ejemplo, ha tratado de crear con Windows 10 un sistema operativo apto tanto para máquinas convencionales -portátiles y sobremesa- como para tabletas con pantallas táctiles de su gama Surface. Apple ha incorporado algunos elementos de iOS en el sistema operativo MacOS y expendido algunas de las funciones de iOS en productos como el iPad Pro para acercarlas a la experiencia de un ordenador convencional.

Fuchsia podría ser la respuesta de Google a estas tendencias, un sistema operativo con el que mantener el dominio en la era móvil y expandir su presencia en formatos y espacios en los que todavía no está presente.